Festividad de San Juan Bautista

La devoción a San Juan Bautista en Nules está documentada ya en el siglo XIV, pues la iglesia del hospital de la villa estaba dedicada a los santos juanes: San Juan Bautista y San Juan Evangelista; el primero de ellos primo de Jesús y el segundo el discípulo amado del Maestro.

En el siglo XVI aún se mantenía la devoción, y el día 24 de junio, en la iglesia del hospital, se celebraba su fiesta con “misa cantada y completes”. Por las razones que fuere, quizás por influencias de la cercana Burriana, la devoción a San Blas fue creciendo hasta llegar a ser el titular de la iglesia del hospital ya en el siglo XVI, dando incluso, a finales del mencionado siglo el nombre de dicho santo a la calle del Hospital.

Es en el ese siglo cuando empezaron a definirse los que, con el paso de los años, serian conocidos como arrabal de Villareal y de Valencia. Ambos se configuraron tomando como eje central el camino Real; frente al portal de las murallas conocido como de Villareal, el primero, y el de Valencia frenteal portal del mismo nombre.

A finales del siglo XVII en el arrabal de Villareal se fundó el convento de frailes carmelitas descalzos, con lo cual la devoción a Santa Teresa tomó fuerza en Nules, devoción que se incrementó al fundarse, en la primera mitad del siglo XVIII, el convento de monjas carmelitas descalzas en el arrabal de Valencia pero, a diferencia del primero, éste nunca llego a cumplir el cometido para el cual fue construido.

Al producirse la desamortización de Mendizábal ambos conventos y sus posesiones fueron subastados, pero la iglesia del convento de frailes, donde se conservaba la imagen de Santa Teresa, volvió a abrirse al culto en diciembre del año 1835.

Tenemos constancia de que, tras verse obligados a abandonar el convento los frailes carmelitas, los vecinos del arrabal de Villareal sufragaban la celebración religiosa de Santa Teresa y que en ocasiones incluso llegaron a hacer festejos profanos corriendo un “toro de cuerda”, que era sacrificado y su carne repartida entre los vecinos.

El 11 de mayo del año 1876, se fundó en Nules la “Archicofradía de las Hijas de Maria Inmaculada y Santa Teresa de Jesús”, más conocida como de las “teresianas”. A partir de esa fecha fueron las teresianas las que se encargaron de celebrar la festividad de Santa Teresa, cuya procesión continuó realizando el recorrido tradicional por las calles del arrabal; por su parte las gentes del  arrabal, cuando las circunstancias se lo permitían, asumían la compra de un toro para hacerle recorrer atado a una soga las calles del arrabal.

Tras el paréntesis que supusieron los años de la segunda Republica y la guerra Civil, se recuperó la celebración de la fiesta de Santa Teresa con la misma distribución: las teresianas celebraban como propia la procesión, mientras que el arrabal, algunos años, retomó la costumbre de correr un toro por las calles.

Así se mantuvo la tradición hasta el año 1951 en que un grupo de vecinosde la avenida de Galicia, formado por Tomás Martí Miralles, Carmen Paradells Moliner, Pascual Lucas Gavara, Miguel Valls Paulo, Antonio Balaguer Martí y Bautista Carbonell Rubert, decidieron agrupar-se para celebrar fiestas a Santa Teresa con “porrat”, verbena al aire libre, dosel y reparto de “bescuïts”. No debió de ser ajeno a dicha decisión el hecho de que los vecinos del arrabal de Valencia, donde estaba la ermita de San Joaquín, ya hiciera algunos años que habían retomado la tradición de celebrar fiestas al santo patriarca y que éstas hubiesen ido tomando una gran fuerza popular.

Con el fin de sufragar los costes de la fiesta se tomó la decisión de colectar 10 pesetas por cada una de las casas de la avenida, lo cual, a pesar de las circunstancias de la época, tuvo una extraordinaria respuesta, contribuyendo también vecinos de otras calles del arrabal.

Sin embargo las teresianas manifestaron su voluntad de hacer ellas el dosel, alegando que eran las custodias de la imagen de la Santa y que con la misma nada tenían que ver ni la avenida ni el arrabal. El alcalde, a la sazón José Montoliu, tampoco quiso dar permiso para celebrar la verbena, dado que no le parecía adecuado aquello de los bailes “para festejar a una santa tan mística”, y les aconsejó que escogiesen otro santo, San Pedro o San Juan. La comisión se vio desmoralizada y decidieron limitar la fiesta a engalanar las calles con banderitas de papel, realizar la vela con “porrat” y el reparto de “bescuïts”.

Dio la circunstancia que el día previsto para iniciar la fiesta se desató una gran tormenta que destrozó las guirnaldas que adornaban las calles e inundó el arrabal, era como si cielo y tierra se hubieran conjurado para preservar a Santa Teresa del “mundanal ruido”. La comisión, a pesar del fracaso de este primer intento, ante la respuesta de las gentes del arrabal que querían fiestas, no desistió en su empeño, pero eso si a Santa Teresa se la dejo tranquila en manos de sus piadosas y devotas teresianas. Era necesario, pues, elegir un santo a quien dedicar las fiestas.

Las calles más importantes del arrabal dedicadas a santos lo estaban a Santa Teresa, San Vicente, la Virgen de los Dolores y San Pascual; restaba una calle muy pequeña, casi marginal, dedicada a San Juan. Santa Teresa tenía que ser descartada por razones obvias; a San Vicente ya le celebraban fiestas “els fadrins”; a la Virgen de los Dolores, no era adecuado dedicarle fiestas profanas, y San Pascual era tan místico como la santa abulense. Restaba pues San Juan, que en su tiempo ya había tenido que soportar las danzas de Salomé y la corrupción del degenerado rey Herodes. Además, recordando las inundaciones del año anterior, este santo tenia la ventaja de que su fiesta coincidía con el solsticio de verano, época que invita a estar en la calle por las noches y que, además, no se caracteriza precisamente por ser tiempo de grandes aguaceros.

Início de las fiestas

En ese mismo año se celebró una primera reunión en casa de Miguel Valls Paulo y, una vez escogido el santo, se encargó a personas representativas de todas las calles del arrabal la gestión para poder organizar las fiestas.

El 7 de noviembre de 1951 se logró la autorización del Gobernador Civil de la Provincia para celebrar una junta y constituir la Comisión de Fiestas de San Juan. Cinco días más tarde se celebró la junta formándose la primera Comisión de Fiestas, la cual quedo formada por: Juan García Catret, Presidente; Miguel Valls Paulo, Vicepresidente; Antonio Balaguer Martí, como Secretario; Rafael Sangüesa Marzo, Vicesecretario; Salvador Roselló Catalá, Depositario; José Pitarch Torres, Suplente, y como vocales: José Tel Chordá, Jose González Cases, Tomás Martí Miralles, Miguel Mora Romero, Antonio Marmaneu Mondina, Ramón Felip Manrique, Pascual Lucas Gavara, José Ripollés Miralles, Bautista Carbonell Rubert, José Moles Herrero y Vicente Martínez Herrero.

El 7 de diciembre del mismo año se adquirió, a los talleres San Antonio Maria Claret de la ciudad de Olot, la imagen de San Juan, con un coste de 1.606’35 pesetas. Por Navidad la imagen fue expuesta en el escaparate de la tienda de Pedro Tel.

La Comisión encargó a Josefina Franch la confección de un estandarte, cuyo coste total, incluidos materiales, fue de 1.166’20 pesetas.A pesar de los esfuerzos realizados, la Comisión, se encontró con cierta oposición en un sector del arrabal que consideraba al grupo “casi como profanadores de las costumbres y creencias religiosas”; tampoco las autoridades locales dieron demasiadas facilidades, pero así y todo a finales  del mes de Mayo del año 1952, en el cine Capitol, también conocido como “cine Emo”, tuvo lugar la presentación de Carmen Alegre Mondragón, como “Reina del Foc”. Era la primera vez que se escogía en Nules a una mujer como representante de un arrabal para presidir sus fiestas. El acto fue brillante; en la primera parte actuó el grupo de teatro de la Caja Rural y en la segunda Pascual Olleta Peris, que actuó de Mantenedor, exaltó a la Reina, damas de su Corte de Honor y a la fiesta.

No sabemos porque razón las fiestas se celebraron del 5 al 10 de julio. El primer día, a las cinco de la tarde, se soltó un toro por las calles del arrabal, y a las diez de la noche la “Reina del Foc” y su Corte de Honor inauguraron el dosel, instalado en la casa del clavario José Moles Herrero; a esa misma hora los vecinos del arrabal plantaron hogueras, realizadas con “garbons” de leña; a las once la “Reina del Foc”, Damas de Honor y Comisión visitaron las hogueras y, a las doce, mientras las gentes celebraban el clásico “porrat” y la banda de música recorría las calles interpretando el pasacalle “Fiestas de San Juan”, compuesto por Pedro Tel, se dio fuego a las hogueras.

La fiesta Mayor fue el día 6; a las diez de la mañana se bendijo la imagen de San Juan, actuando como padrinos Pascual Olleta Peris y su esposa Amparo Queralt; a las diez y media Misa Mayor con orquesta. Al finalizar la Misa la “Reina del Foc” y sus damas de Honor, acompañadas por los clavarios y miembros de la Comisión de Fiestas se dirigieron a la capilla de la Sangre, para realizar la ofrenda a Nuestra Señora de la Soledad; por la tarde la procesión recorrió las calles del Arrabal y, a las 12 de la noche, tuvo lugar un concierto. El día 8 por la tarde se corrieron vaquillas y a las veintitrés horas actuó el grupo de teatro de la Caja Rural, que puso en escena las obras “Tot per un chiquet” y “En busca de novio”. El día 9 por la tarde vaquillas y por la noche actuó el “Cuadro artístico del frente de Juventudes de Castellón”. El último día, se volvieron a soltar vaquillas y, por la noche, el grupo de teatro de la Caja Rural puso en escena las obras “el pecat de dos pares” y “deixam la dona Pepet”. De esta manera se celebraron las primeras fiestas del Arrabal al que sería, a partir de entonces, considerado como su Patrón. La buena acogida y la gran participación de las gentes hicieron que, a pesar de las reticencias de los sectores más rancios, se iniciase un camino que ha llegado hasta nuestros días.

Vicent Felip Sempere, Cronista oficial de la Vila